jueves, 5 de abril de 2012

Regreso a Howards End (E. M. Forster)


<< –Ya sé que no le gustará –dijo Helen-. Pero, mira, voy a alejarme para siempre de sus vidas. Así que, a la larga, dime, ¿qué diferencia supondrá esto? Podrán decir: “Hasta llegó a pasar una noche en Howards End”, y eso es todo.
-¿Cómo sabes que te alejarás de sus vidas para siempre? Ya lo habíamos creído dos veces antes de ahora.
-Porque mis planes…
-… que cambias a cada instante.
-Entonces, porque mi vida es grande y la suya, pequeña –dijo Helen acalorándose- Yo sé cosas que ellos ignoran, y tú también las sabes. Nosotras sabemos que existe la  poesía. Nosotras sabemos que existe la muerte. Ellos sólo lo saben de oídas. Nosotras sabemos que ésta es nuestra casa, porque es algo que se siente. Ah, sí, ya sé que pueden enarbolar sus títulos de propiedad y sus llaves, pero por esta noche, estamos en casa.
-Me gustaría estar contigo a solas una vez más –dijo Margaret-. Tal vez sea una oportunidad entre mil.
-Sí, y podríamos hablar –bajó la voz-. Mi historia no es muy gloriosa. Bajo este olmo, sinceramente, veo en el futuro muy poca felicidad. ¿No puedo pasar esta noche contigo?
-No hace falta que te diga lo que eso significaría para mí.
-Entonces, hagámoslo. >>

 
Echaba de menos leer a Edward Morgan Forster, autor que me recuerda en cierto modo a Henry James, por el estudio psicológico de sus personajes, pero que me resulta más melancólico y dulce, o quizás la palabra sea optimista, o incluso romántico. 
No lo sé explicar, pero al igual que me sucede con W. Somerset Maugham, sus novelas me dejan un sabor agridulce, un recuerdo que permanece en la memoria y ganas de repetir, como si de encontrarme con un viejo amigo se tratara.

Regreso a Howards End es la historia de dos familias destinadas a encontrarse. La poesía contra el pragmatismo. Y de fondo, un testigo mudo y poderoso, Howards End, que se convierte en un personaje más, aquel lugar al que siempre estamos destinados a volver.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario