domingo, 14 de septiembre de 2014

A la sombra de las muchachas en flor. En busca del tiempo perdido 2. (Marcel Proust)



Para la nueva temporada he cambiado un poco el aspecto del  blog, ¿qué os parece? Me gusta que parezca más grande, y el amarillo ha sido uno de mis colores del año, así que también lo he traído a mi rinconcito. 

En cuanto a lecturas me está costando coger el ritmo. He tardado casi un mes en leer la segunda parte de En busca del tiempo perdido, sin apenas de tiempo de leer y cuando lo tenía caía rendida a las pocas páginas, y esta no es una obra que se pueda leer por encima. 


A la sombra de las muchachas en flor. Me encanta el título y cuando cierras el libro te das cuenta de lo apropiado que resulta. Aunque dicen por ahí que en realidad lo que Proust quería escribir es “a la sombra de los muchachos en flor”. He leído poco sobre el contexto, pero tiene sentido. 

La novela se divide en dos partes. París y Balbec. Gilberta y Albertina. Y la entrada de nuestro narrador en la adolescencia. 

La primera parte continua donde acabó la primera. El joven Marcel enamorado de Gilberta, y de todo lo Swann, entra a formar parte de su entorno mientras se debate entre dar alas a esa deseada carrera literaria y el deseo de sus padres de que sea diplomático. Impagable esa descripción-decepción cuando por fin le puede ir a ver la Berma: 

“Por fin estalló mi primer sentimiento de admiración, provocado por los frenéticos aplausos de los espectadores. Uní a ellos los míos, haciendo por prolongarlos mucho, con objeto de que la Berma, reconocida, se superase a sí misma, y así poder estar yo seguro de haberla visto en uno de sus mejores días. Y es curioso que, según luego supe, ese momento que desencadenó el entusiasmo del público era en realidad uno de los grandes aciertos de la Berma”. 

Aunque para mí lo mejor de la primera parte es la descripción del enamoramiento y desenamoramiento de Gilberta. Todos en algún momento hemos sentido lo que Proust describe.

“Mi dolor era intolerable, casi tanto por la esperanza como por el temor. Como no tuve carta de Gilberta aquella misma noche, lo achaqué a descuido, a sus quehaceres, seguro de tenerla en el correo de mañana. Y esperé todos los días, con palpitaciones en el corazón, que iban seguidas de una estado de abatimiento al ver que el correo me traía cartas de personas que no eran Gilberta, o no me traía ninguna, caso éste que no era más malo, porque las pruebas de amistad de otros seres aún revestían de mayor crueldad las pruebas de indiferencia de Gilberta”.

La segunda parte nos traslada a las vacaciones estivales en Balbec, y al despertar del adolescente, buscando la belleza en todos los rincones y ¿qué puede encontrar más que bello que un grupo de muchachas?

“Y en lo que concierne a las guapas muchachas que veía yo pasar, desde el día que supe que aquellas mejillas podían besarse me entró curiosidad por su alma. Y el universo me pareció de más interés”.

Y entre ellas a Albertina: 

“Si Albertina tenía algo de la Gilberta de los primeros tiempos en su afición a la diversión, es porque existe una cierta semejanza, aunque evolucione, entre las mujeres que amamos sucesivamente, semejanza que se debe a la fijeza de nuestro temperamento, porque es él quien las escoge y elimina a todas aquellas que no nos sean a la vez opuestas y complementarias, es decir, adecuadas para dar satisfacción a nuestros sentidos y dolor a nuestro corazón. Esas mujeres son un producto de nuestro temperamento, una imagen, una proyección invertida, un «negativo» de nuestra sensibilidad. De suerte que un novelista podría describir a lo largo de la vida de su héroe casi exactamente iguales a sus sucesivos amores, y no dar la impresión de imitarse a sí mismo sino de crear, porque hay menos fuerza en una innovación artificial que en una repetición destinada a sugerir una verdad nueva”.

La novela es un gran cuadro compuesto por cuadros más pequeños, impresionistas, no podría ser de otra forma. Pero el verano acaba y hay que volver a París, aunque eso ya será para adentrarnos en El mundo de Guermantes


4 comentarios:

  1. Me encanta el nuevo diseño! <33 Este es uno de esos libros que siempre quise leer pero que nunca sopesé cogerlo en serio (no sé si esto que acabo de decir tiene mucho sentido xD). Siempre tuve la impresión de que iba a ser pesado y cansino, pero por lo que cuentas estoy bastante equivocada... Cuando me tropiece con él, cae fijo :)

    Besos!

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    1. Gracias ^^
      Bueno, cierto es que para leerlo tienes que tener ánimo de Proust o es imposible.
      Besos

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  2. El blog lo tienes muy bonito, Minea. Y la lectura, bueno, yo con Proust no pude así que cuentas con mi admiración aunque parece que está costando un poco...
    Besos,

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    1. ¡Gracias! Sí, se me hizo cuesta arriba por la cantidad de interrupciones que tuve, pero lo bueno es que al volver a la novela recuperaba el hilo enseguida.
      Besos ;)

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